Como sabéis, en lo que muchos denominan la tercera fase de la Revolución Industrial, el petróleo y los motores de combustión interna siguen siendo los mismos que protagonizaron la segunda fase. Por eso el autor del artículo , Jeremy Rifkin, habla en futuro de una tercera Revolución Industrial como algo aún por llegar.
Propuesta:
Primero os leéis el artículo (es sencillo), y luego escribís aquí vuestras valoraciones sobre su contenido, teniendo en cuenta lo trabajado en clase y en el cuaderno.
El artículo comienza así:
El artículo completo lo tienes en problemas sociales del presente. También lo puedes leer aquí y aquí.La tercera revolución industrial llama a la puerta
Jeremy Rifkin
Los fabricantes europeos, norteamericanos y chinos del automóvil están pidiendo a sus respectivos gobiernos que acudan en su ayuda con una inyección masiva de fondos públicos y advierten de que, si las ayudas no son inmediatas, podrían verse abocados a la quiebra. Mientras hay quienes apoyan que se les preste ayuda porque temen un revés catastrófico para la economía, otros sostienen que habría que abandonar a las empresas a su suerte y que sobrevivan o desaparezcan en el mercado libre sin intervención alguna. Hay otra forma de abordar el problema, pero sería necesario un cambio radical en la manera de analizar la naturaleza y la significación de lo que está ocurriendo y de lo que debería hacerse al respecto.
La introducción del motor de combustión interna y de las infraestructuras de comunicación para los automóviles marcó el principio de la era del petróleo y de la segunda revolución industrial en el siglo XX, de la misma manera que la introducción de la máquina de vapor, la locomotora, y de las infraestructuras ferroviarias marcó el principio de la era del carbón y la primerarevolución industri al en el siglo XIX.
La segunda revolución industrial está entrando ahora en su ocaso y su energía y su tecnología principales se encuentran en peligro de extinción. La subida espectacular de los precios del petróleo en los mercados mundiales en el transcurso de los últimos años indica que estamos empezando a jugar la última partida, y no sólo la de los vehículos ávidos de gasolina, sino la del mismísimo motor de combustión interna.
La cruda realidad es que la demanda creciente de petróleo en todo el mundo entra en contradicción con unas posibilidades de suministro limitadas y siempre menguantes. El resultado son unos precios siempre cada vez más disparados, lo que genera una espiral inflacionista en todo el sector logístico y en la cadena de abastecimiento que a su vez hace que disminuya el consumo global, especialmente cuando el petróleo empieza a rebasar los cien dólares por barril. Es entonces cuando nos topamos con el cortafuegos de la globalización máxima. En ese punto, el motor de la economía global se cala, la economía se contrae y los precios de la energía caen porque el mundo está utilizando menos petróleo. El sector del automóvil es el sistema de alarma que salta en primer lugar para advertirnos de que nos estamos acercando al ocaso de la segunda revolución industrial.
Entonces, ¿qué hacemos? (...)
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