Si uno se detiene a leer los comentarios que aparecen en los medios cuando se habla en nuestro país de su maltrecha memoria histórica reciente, se pone en evidencia la existencia pertinaz de un problema sin resolver.
El primer comentario de la entrada anterior de este blog es todo un síntoma.
¿A quién, que se sienta demócrata y defienda los derechos y libertades de y para todos, puede ofender un vídeo como éste?
El primer comentario de la entrada anterior de este blog es todo un síntoma.
¿A quién, que se sienta demócrata y defienda los derechos y libertades de y para todos, puede ofender un vídeo como éste?
De verdad, desapasionadamente: cualquier defensor de los Derechos Humanos no podrá mirar para otro lado ante estos ecos del pasado pidiendo justicia y reparación. Y, sin embargo, no es así en nuestro país. El mismo hecho de que los que están comprometidos con esta causa sean conocidos por su identificación con la izquierda (los "rojos" y "comunistas") abunda en la misma idea de la persistencia de bandos. Para cualquier demócrata éstas son también sus víctimas.
Pero, ya digo, lo más llamativo para un historiador del futuro serán los comentarios cargados de odio y desprecio que siguen acompañando a la aparición de estos temas a los medios. Se pueden comprobar, por ejemplo, en algunos de los que escribieron sobre este vídeo:
Pero, ya digo, lo más llamativo para un historiador del futuro serán los comentarios cargados de odio y desprecio que siguen acompañando a la aparición de estos temas a los medios. Se pueden comprobar, por ejemplo, en algunos de los que escribieron sobre este vídeo:
Los protagonistas del insulto y la descalificación olvidan que todas las víctimas de la República, inocentes y no, fueron muy pronto enterrados con dignidad y homenajeados en plazas, calles e iglesias durante los largos años de la dictadura. A varios miles la Iglesia los ha subido a su cuadro de honor y santidad. Y lo más importante, todos sus familiares pudieron desde muy pronto enterrarlos dignamente, celebrar el duelo y reposar el recuerdo.
Algunos de estos comentaristas del desprecio caen en sus propias trampas dialécticas, como cuando Santiago González, bloguero del diario El Mundo, equipara la discriminación de la víctimas con la discriminación de las mujeres en la ley contra la Violencia de Género.
Cuando estas cosas se ven a distancia, sea intelectual, cultural o geográfica, como en mi caso estos días pasados, se comprueba con más claridad la persistencia de un problema, y la necesidad de sanear bien las heridas de la memoria antes de cerrarlas. Tuve la ocasión casual de pensar en ello cuando asistí en Chicago al desfile del Día de los Caídos (Memorial Day), una festividad nacional establecida al final de la Guerra Civil Estadounidense o Guerra de Secesión(1861-65), celebración que muy poco tiempo después del conflicto nada distinguía ya de banderas a la hora de honrar a los muertos.
Personalmente me gustan muy poco las banderas y quienes las agitan (menos en el fútbol), por eso fue para mí una sorpresa asistir complacido desde la cafetería del Borders de State St. a un desfile patrio como éste, más parecido a una Cabalgata de Reyes que a otra cosa. La escasa marcialidad y la relajada fiesta familiar que transmitía el desfile me ponía en evidencia la crispación de nuestro país, con tantas asignaturas por superar para vertebrarse como nación. Tanto, que me puse tirar fotos y a transmitir mis impresiones a través de twitter, toda una novedad para mí.
Luego, ya en España, he confeccionado este Photopeach de recuerdo:
Algunos de estos comentaristas del desprecio caen en sus propias trampas dialécticas, como cuando Santiago González, bloguero del diario El Mundo, equipara la discriminación de la víctimas con la discriminación de las mujeres en la ley contra la Violencia de Género.
Cuando estas cosas se ven a distancia, sea intelectual, cultural o geográfica, como en mi caso estos días pasados, se comprueba con más claridad la persistencia de un problema, y la necesidad de sanear bien las heridas de la memoria antes de cerrarlas. Tuve la ocasión casual de pensar en ello cuando asistí en Chicago al desfile del Día de los Caídos (Memorial Day), una festividad nacional establecida al final de la Guerra Civil Estadounidense o Guerra de Secesión(1861-65), celebración que muy poco tiempo después del conflicto nada distinguía ya de banderas a la hora de honrar a los muertos.
Personalmente me gustan muy poco las banderas y quienes las agitan (menos en el fútbol), por eso fue para mí una sorpresa asistir complacido desde la cafetería del Borders de State St. a un desfile patrio como éste, más parecido a una Cabalgata de Reyes que a otra cosa. La escasa marcialidad y la relajada fiesta familiar que transmitía el desfile me ponía en evidencia la crispación de nuestro país, con tantas asignaturas por superar para vertebrarse como nación. Tanto, que me puse tirar fotos y a transmitir mis impresiones a través de twitter, toda una novedad para mí.
Luego, ya en España, he confeccionado este Photopeach de recuerdo:
Y me pregunto: ¿Cuándo podremos ver en nuestro país una carroza tan hortera y poco glamourosa, con sus luces, purpurina y colorines, sobre nuestra Guerra Civil como la que aparece en el desfile?.
Será cuando tengamos bien hechas las cuentas con nuestra propia Historia, sobre todo la de la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición, en la que quepamos todos los que vivimos en este país (incluidos los venidos hace poco), con la dignidad y los derechos reparados, y en la que lo que nos una sean los principios de democracia y libertad.
Será cuando tengamos bien hechas las cuentas con nuestra propia Historia, sobre todo la de la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición, en la que quepamos todos los que vivimos en este país (incluidos los venidos hace poco), con la dignidad y los derechos reparados, y en la que lo que nos una sean los principios de democracia y libertad.
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